sábado, 4 de mayo de 2013

Tristeza, dices...

      Que las lágrimas lloren ya es la gota que colma el vaso.
Tristeza, ¿dices? Tristeza eres tú cuando miras fijamente al cielo
esperando hablar con Dios, sin saber que murió hace 
mucho tiempo.
Tristeza es un abrazo igual de roto que tu sonrisa. 
Es ausencia de algo.
Ausencia de todo.
Ausencia de ti.


viernes, 26 de abril de 2013

En su cara sólo distinguía lágrimas y algún que otro lunar. Al igual no era tan fuerte como pensaba, y toda la mierda de este mundo podía calarle hasta el tuétano, haciendo que se pudriese por dentro, devorando lo poco que quedaba de ella. 
Ya no se veía capaz de volar o acariciar con la yema de los dedos el cielo, le resultaba un logro sonreír una vez a la semana.
Y las noches, las noches eran lo peor. Como si el Coco hubiera salido de los cuentos para atemorizarla con su actitud tosca. Sabía que los besos ya no ayudarían, que no había perdones que valiesen, se hundía. 
Y EN LA MÁS ABSOLUTA OSCURIDAD ni encontró un faro ni una luz ni una mano amiga. 
¿Qué encontró en la oscuridad?
Simplemente eso. Oscuridad. 

domingo, 14 de abril de 2013

Es como si el charco salado que se crea a mis pies cada vez que te alejas lo utilizases para hacerte unos largos.
Ese nadador de mis lágrimas cínico que me traspasa, ese sentimiento de no pertenecer a otro sitio más que a tus brazos, esas ganas de hacer algo con tus caricias. 
Tus caricias que me imagino. 
Tus caricias inexistentes.


sábado, 6 de abril de 2013

Att: Piezas.

"A veces, 
solo a veces; 
el viento de abril, 
con su espalda de lluvia, 
roza la cara de la ciudad. 

Pensando en ti todo encaja otra vez; 
pensando en ti todo encaja otra vez, 
soy como un puzzle en tus manos, 
pedazos de noche que vuelven. 

Sigo el rastro de días mejores, 
como piezas de vida, 
en las manos de un viento dulce. 
Soy como un puzzle en tus manos, 
pedazos de noche que vuelven, 
a casa. 

A veces encuentro el camino de vuelta 
en tus ojos, tranquilos. 
Sigo el camino en tus ojos tranquilos, 
de vuelta a casa."

jueves, 4 de abril de 2013

Planearé una huida.

Girarme cuando miro al frente y sentir que tu sonrisa se clava en mi nuca también puede considerarse una maravilla.
O sentir que me dices que me echas de menos con la mirada una forma de leerme por dentro. 
Odio que el espejo se ría de mí y se aproveche de que ya no miro para apuñalarme y dejarme medio rota, moribunda en el suelo. Ni si quiera me remata y me recuerda a ti, ¿sabes? 
Y ahí me quedo. Desangrándome con cristales y tu puñetero recuerdo hincado en el hígado, mirando como ese culo se aleja. 
Y entonces te giras y simplemente me miras por un microsegundo como diciendo "espero que disfrutes de mi  partida". 
Entonces, un sentimiento rebota dentro de mí. Eso que provoca tu mirada. Tú. 

Cuando te miraba era capaz de verlo todo.  A veces estar ciego no ayuda a ser feliz. Y mentirte a ti mismo está demasiado visto, habla con el que lleva todos los mecanismos que te empujan a besarla y deja claro las cosas. 
Si decides tirarte por aquel precipicio y estamparte contra las rocas, que ya no son un sitio para las caricias y los murmullos, hazlo con el temor hacia lo desconocido y no con el temor hacia no encontrar lo que buscas.
Al fin y al cabo, lo que buscas puede estar en una mente trastornada, desquiciada por el eco de una fragancia que no descansa en tus sábanas, o en un pelo que ya no contiene nada tuyo porque no lo es.

Puedes... no sé, intenta hacer algo distinto a lo que te proponías. Cambia esa sensación. Percibe otra vez su voz. Inúndate de su imagen. 

Dulce locura.

Dulce locura.