Abrí los ojos en medio de una oscuridad penetrante con el simple escalofrío de los recuerdos olvidados.
Recibí una bofetada con sabor a "puede que ya no vuelva".
¿Es tarde para afirmarlo o quizá demasiado pronto?
Cuando el presente me abruma y consume ya nada de lo que quedó una vez en mí
está presente ahora fluyendo por el aire como estos pensamientos.
Y como ellas, tus caricias caen y caen a un abismo increíble
casi comparable con la frialdad de tu mirada cálida.
Pero al igual queda algo de blanco en este cielo gris que ilumina la humanidad más putrefacta.
O no.
A lo mejor ya nadie puede salvarme.
Y por mucho que trepe en un irónico y desesperado intento por huir de tu voz por aquellos muros de ausencia,
lo único a conseguir será el silencio de los cuervos
que me miran con el infinito deseo que tú no quieres tenerme.