Solías mirarme como se mira por primera vez.
Cuando aún no nos hemos dejado contaminar por luces de neón,
o semáforos en ámbar.
Nunca sabía del todo si tenías algo que decirme,
o si simplemente esperabas que yo lo dijera.
Y al final, tu despedida fue como tu llegada:
voraz.
-Como dicen que es la pólvora.-