martes, 10 de octubre de 2017

-sobre los sepultureros y sus sueños-

Y cuando volvió la vista atrás,
-no crean que vio "la senda que nunca se ha de volver a pisar"-,
pensó que todo lo recorrido,
todos aquellos caminos abandonados, 
teñidos del olvido 
que él tanto temía,
tejidos con sus sueños y supersticiones,
habían quedado en nada. 
Apenas un par de ladrillos le frenaban y sin embargo
no era capaz de emprender
otra huida.

Y yo ahora, ¿qué hago?

Antes de convertirte en piedra, solías mirarme, como uno mira una puesta de sol después de una noche de insomnio.

Solías acariciar cada parte de mi cuerpo y tocarme el alma con la yema de tus dedos.

Antes de esto, observabas mis movimientos, intentando averiguar qué había en mi interior. Porque solo tú podías conocerlo.

Antes de perdernos, nos encontramos. Y lo hicimos juntos. Caminábamos en la misma dirección, sentíamos juntos.

Antes de que todo acabara, tú y yo no éramos tú y yo. Porque nunca lo fuimos. Siempre hemos sido nosotros, hasta aquel momento.

Aquel momento en el que te miré y no me vi reflejada en tus ojos, en el que lloré sobre ti y no te deshice el corazón. Cuando te dije que me dolías, pero no respondiste.

Antes de convertirte en piedra, hubieses recorrido el mundo por mí. Y yo lo sé.
 Hubieses reinventado el tiempo, para poder pasar un segundo más conmigo. 

Qué ironía. 
Ahora esos segundos, son los que te sobran.




miércoles, 24 de agosto de 2016

Quién pudiera reír como llora Chavela.

Quizá fue cuando te diste cuenta
de que no era tan exacta,
que en tu vida ni sobraba ni faltaba, 
una simple experiencia vivida, 
la emoción de conocer las caricias
en una piel ajena.
Dejándome conocer lo que guardas 
entre tus pestañas.
Cuando comprendiste que no solo yo
podía fascinarte,
abrirte el corazón,
leer los versos de tu alma.
Que no solo arrimarte al abrigo de mi amor
te daba calor.
Que el invierno entre otros brazos
era igualmente llevadero.
Quizá fue cuando verte reflejado en mis ojos
no era suficiente. 
O que no sabías muy bien qué buscar 
cuando me mirabas de esa forma, 
y al no encontrarlo,
decidiste mirar a tu alrededor. 
Te quise, porque conseguías tocarme sin tocarme,
porque te oía sin pronunciar palabra,
te quise porque estabas sin estar,
porque siempre encontrabas mi mano en la oscuridad,
y sentía que no ibas a soltarla nunca.
Porque me aportabas un caos devastador
a una paz que nunca llegó a gustarme.
Te quise tanto que lo que más me dolió no fue que me soltaras la mano,
ni siquiera que dejaras de buscar en mí lo que fuera que buscaras.
Te quise tanto que lo único que sentí realmente
fue explotar,
teniéndote tan cerca,
extender mis manos,
y no poder tocarte.
Desearte toda la felicidad que no encontraste en mí,
y que no me oyeses.

miércoles, 18 de mayo de 2016

lo que tengo, lo que tú ya sabes


De recuerdos inconclusos me alimento
en una prisión 
que no deja pasar el aire. 
De sueños de esos que aparecen
inevitablemente cuando cierras los ojos,
y no se van jamás.
Llegó a descifrar mi mirada alguna vez.
Puede, que llegase incluso a amarla.
Sin embargo, el pasado, pasado está.
Y los sueños, sueños son.
Y esa sonrisa que me basta,
quedó reservada para otras gentes, 
y ese beso que no da, 
queda en el tintero 
abrazando las palabras que nunca te dije.
Las que nunca quisiste escuchar.

jueves, 3 de marzo de 2016

Nació inconformista.

Nació inconformista.
Los médicos lo intentaron todo...
Sin embargo, nadie pudo hacer nada por ella.
A pesar de ello, sus padres decidieron
ante la terrible idea de ver a su hija besando sueños,
luchar contra todo pronóstico.
Y así, todos los días,
mataba los pájaros que nacían en su cabeza cada noche.
Y todas las noches,
se preguntaba el porqué de demasiadas cosas.
Cuando creció, comprendió que ni las jaulas,
ni los libros prohibidos,
ni los intentos de sus incansables padres,
podían detener su ansia de querer saber
siempre un poco más.
"Mamá, papá, soy inconformista."
Esas palabras que tanto temían, resultaron llegar al final.
Pero ella... ella no tenía miedo.
Sabía que ahí fuera encontraría todas las preguntas
a las respuestas que había llevado
siempre dentro.

miércoles, 4 de noviembre de 2015


Todo sucede por una razón.
Quizá sea el llamado efecto mariposa, y el acto de una persona completamente ajena a nosotros en cualquier momento pasado y lugar, fue la causante de aquella situación.
Supongo que tomé la decisión de subirme a aquel autobús, como tomaste tú la de subirte a aquel tren. Como yo me bajé de aquel coche, y tú fuiste a mi encuentro.
Como cuando nos ponemos de acuerdo sin saber porqué o cómo, y de repente, nos damos de bruces con la vida en sí misma, vibrando en nuestras manos entrelazadas. 
Si nos ponemos místicos, dicen que el Universo tiene todas las respuestas. Yo encontraba las mías mirándote a los ojos. Será por eso entonces, por lo que llegó el otoño, y el frío nos caló el corazón.
Tus manos ya no calentaban como antes, y tu cuello ya no parecía un refugio seguro. Las canciones que cantábamos despacito y al oído parecían ser ya eco en los rincones de nuestro recuerdo (que empezaba a convertirse en nuestro olvido). 
Formulándome la típica pregunta, que siempre me hacías en el momento menos esperado, pienso que mi vida a veces da tantas vueltas que me marea. Que todo es una contínua contradicción tras otra, que si lo piensas, nada tiene sentido. Y es que, "si le quieres, ve, pero si no viene, es que no te quiere", y "quien te quiere, no te hará sufrir, pero el amor conlleva decepciones". Supongo que así es todo, y el sentido -si es que lo tiene- se lo damos nosotrxs.
    <Ojalá la mañana te recuerde que tenemos noches pendientes.>


domingo, 18 de octubre de 2015

w.s



Solías mirarme como se mira por primera vez.

Cuando aún no nos hemos dejado contaminar por luces de neón,

o semáforos en ámbar. 

Nunca sabía del todo si tenías algo que decirme, 

o si simplemente esperabas que yo lo dijera.

Y al final, tu despedida fue como tu llegada: 

voraz. 

-Como dicen que es la pólvora.-

Dulce locura.

Dulce locura.