martes, 2 de abril de 2013

Declive.

 
Vivía más segura en la mentira de tu voz. Aquí fuera hasta los árboles, cínicos, como siempre, 
se ríen de mi situación devastadora. Yo nunca fui de jaulas ni barrotes, no me gustan las esposas ni cuerdas, pero enredada en tus brazos y atada a tus labios me sentía más o menos bien, luego pensaba qué sería soltarme entre cerezos en flor y lobos hambrientos. Y volvía hacia mi interior, chillando en cada rincón unas palabras huecas que me permitían alcanzar un sentimiento punzante. Tú.

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Dulce locura.

Dulce locura.