viernes, 26 de abril de 2013

En su cara sólo distinguía lágrimas y algún que otro lunar. Al igual no era tan fuerte como pensaba, y toda la mierda de este mundo podía calarle hasta el tuétano, haciendo que se pudriese por dentro, devorando lo poco que quedaba de ella. 
Ya no se veía capaz de volar o acariciar con la yema de los dedos el cielo, le resultaba un logro sonreír una vez a la semana.
Y las noches, las noches eran lo peor. Como si el Coco hubiera salido de los cuentos para atemorizarla con su actitud tosca. Sabía que los besos ya no ayudarían, que no había perdones que valiesen, se hundía. 
Y EN LA MÁS ABSOLUTA OSCURIDAD ni encontró un faro ni una luz ni una mano amiga. 
¿Qué encontró en la oscuridad?
Simplemente eso. Oscuridad. 

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Dulce locura.

Dulce locura.