Será que cuando te miro, ya no te veo.
Que ya no me asomo a descubrir
los tesoros que albergas dentro,
los sabores,
las texturas.
Y ese recuerdo del olor del café recién hecho,
del calor de sentir tu corazón latiendo
frenéticamente
-porque así solíamos querernos-,
de aquel beso con sabor a domingo,
quedó efímero
temblando de frío en el salón de la ausencia.
Será que todo cambia,
y que el café,
mi cama,
tú,
y yo,
nos enfriamos.
Serán los tiempos que corren,
que vuelan.
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