sábado, 20 de octubre de 2012

Mi mundo sin ti.

Amargo, insípido, incoloro. Bueno, en lo último equivocada tal vez pues, ¿incoloro? Mejor decir gris, ¿no? Sí, eso es, gris. Como el color del cielo que se cierne sobre mi cuando te vas, como el color del miedo de esas palabras que no has pronunciado todavía. ¿Amor? ¿Y qué ocurre cuando es algo más? ¿Miedo? ¿Y si lo multiplico por mil al pensar en una posible ausencia de tus caricias? 
Mi mundo sin ti.
Empezaré por el final de los principios, donde tú aún no te has marchado y aún puedo, alargando un poco el brazo, acariciarte el rostro, con el tacto del beso de una gota de lluvia sobre una piel congelada por el frío. Mi piel. Nuestra piel. ¿Frío? Diré mejor, razón para que me abraces. Como todo. Como nada. Entonces, ¿qué sentido tiene? Si mi mundo sigue estando, y contigo, nada menos. Ya, pero, ¿y qué pasa si te vas?
Sucumbiré al gris, a la tristeza, dejando que la amargura de mi mundo sin ti que aún no es, me venza. 
No te vayas. Y si lo haces, llévame contigo.

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Dulce locura.

Dulce locura.