viernes, 27 de septiembre de 2013

A veces, lo mejor que tenemos se va de golpe sin que podamos convencerle para que se quede un rato más. 
Otras, en cambio, vemos como se va alejando de nuestro lado, dejando un rastro ocre como de triste melancolía mezclada con la última botella de vino de un alcohólico para recordarnos, una vez más, que no va a volver. Como una flor arrancada a la que intentamos conservar en un vaso de agua, que se va marchitando y de repente, ya no recuerda que antes era de un color alegre, parecido a la esperanza. 
Y sinceramente, amigo, es una mierda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Dulce locura.

Dulce locura.