domingo, 15 de julio de 2012

Hola, me dirijo a ti con la intención única y desinteresada de preguntarte algo. ¿Qué vas a hacer tú hoy por salvar el mundo? 
Dejando a parte temas como la política, la religión o cualquier cosa que tenga que ver con ideales impuestos por una sociedad materialista, dime, contesta a esa simple pero elaborada a la vez respuesta.
Yo te lo diré: nada. 
NADA. 
Ya que la gran mayoría de las personas que estarán leyendo esto se pasarán gran parte de su tiempo sentadas en sus respectivos y cómodos sillones quejándose del hambre en el mundo, de las guerras, del miedo, de la esclavitud que se esconde tras un país supuestamente desarrollado. Sí, quejándose. Pero desgraciadamente, y tras años de experiencia creo que nos hemos dado cuenta de algo: no se empiezan revoluciones con palabras. Pero al igual, sí con gritos. 
Entiendo que me dirás que porque tú te pongas a gritar "libertad" en medio de una calle no cambiará las cosas, pero si cada persona que me dijese eso lo hiciese, al final nos juntaríamos tantas personas que nuestros gritos llegarían hasta lo más profundo de sus corazones, si es que los tienen.
Así que amigo/a mío/a no dejes que callen tu voz, las cosas no se cambiarán porque te pases el día quejándote en tu casa, no mires qué va a hacer el mundo por mejorar, mira qué vas a hacer tú para cambiarlo.

Un murmullo deja de serlo cuando millones de murmullos alzan la voz para convertirse en una protesta. Una protesta por nuestros derechos. Por nuestra libertad.




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Dulce locura.

Dulce locura.