martes, 24 de julio de 2012

palabras,palabras,palabras...

Y cuando te quedas ahí tirada, jodidamente hundida porque lo ha vuelto ha hacer, cuando ni mirando vuestra estrella sientes ni un ápice de esperanza y te quedas ahí abandonada a tu suerte, que ya no es mucha, pudriéndome poco a poco como si sus besos fuesen un dulce veneno. Ahí es cuando ocurre. Levantas la cabeza y lo ves ahí, encima de ti, en medio de un cielo azul, simulando ser el rey del mundo. Y en cierto modo lo era, lo era de tu mundo.
Te tiende la mano como solía hacer y te levanta del fango donde estabas hundida hasta el cuello. "Te quiero" susurró. Y por una vez, una sola vez desde hacía tantísimo tiempo, sonríes. Dejas que la felicidad de aquellas palabras te abrumase, hasta que me di cuenta de la realidad.
Palabras. No eran más que palabras. Una detrás de otra. Como si un muñeco con ojos de cristal y corazón de trapo me hablase. Sin sentimientos. Sólo palabras. Y las palabras, se las lleva el viento.

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Dulce locura.

Dulce locura.