miércoles, 8 de agosto de 2012

Esperó y esperó un chico que la comprendiese, que la quisiera, que la protegiera, un principito perfecto. Y aquella espera desembocó en un vaso de ginebra, que era lo único que había encontrado durante todo ese tiempo, y pudo observar como dentro de él se ahogaba cada lágrima que derramaba, intentando trepar por el vaso para volver a sus ojos, pero siempre resbalando y cayendo de nuevo al fondo. 
Levantaba la cabeza constantemente buscando con desesperación un resquicio de bondad en algún corazón que no estuviese ocupado, un antiguo príncipe destronado. Pero no habían para ella. Nunca habían habido y nunca habrían. Su príncipe se marchó, se llevó su corona y la dejó tirada en aquel vaso de alcohol repitiéndose una y otra y otra vez que los cuentos de hadas están llenos de mierda por todas partes, que ella siempre sería la bruja malvada. La que siempre acaba mal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Dulce locura.

Dulce locura.