martes, 11 de septiembre de 2012

Y cuando ya sientes la cara ardiendo por culpa de unas lágrimas ácidas que no cesan, cuando sabes que tu corazón no resistirá más, intentas ponerte en pie con unas piernas temblorosas que te empujan a caer una vez más. Entonces te muerdes el labio inferior, te secas las lágrimas, te giras, haces amago de sonreír y dices en voz alta "estoy bien" para así, creértelo de paso, tú también. Y ahí es cuando, como resurgiendo de sus propias cenizas, aquella vocecita que vive en tu interior suelta uno de sus susurros que tanta razón tienen, para decirte un "deberías ser feliz" que se queda flotando por tu cabeza. ¿Debería ser feliz? Hacía ya tiempo que había dejado de pensarlo. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Dulce locura.

Dulce locura.