sábado, 1 de septiembre de 2012

Puede que las casualidades, casualidades sean. O puede que mientras estas palabras se te quedan grabadas durante unos instantes o durante algo más que unos instantes en tu cerebro y las repitas y recuerdes en algún momento de tu vida, mires en esa cafetería y veas en el menú tu postre favorito o puede que gires la cabeza y te encuentres en un escaparate aquel cromo de aquel futbolista que tanto te gustaba de pequeño o incluso, que levantes la vista de tu libro favorito y mires en aquel banco de enfrente a una persona que se te queda mirando fijamente, y que justo en ese instante sepas y te des cuenta de que esa persona que por casualidad se ha situado justo delante tuya sea la persona con la que pasarás el resto de tu vida. Al igual no levantas la vista, ni miras en ningún menú de ninguna cafetería ni gires la cabeza para ver aquel escaparate, al igual te pierdes todo aquello, al igual tienes 60 años y aún no has levantado la vista y lo has encontrado ahí regalándote su mejor sonrisa, pero puede que las casualidades, casualidades sean, y como tal, si no es hoy, mañana y si no, al otro o al otro o dentro de 20 años o dentro de 50, pero llegarán. Y hará lo posible para que levantes la vista, para que te des cuenta de que ahí está, que es tu casualidad, la casualidad más bonita que te pasará en la vida. 

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Dulce locura.

Dulce locura.