jueves, 5 de abril de 2012

Me dijeron que no podía y, ¿sabes? Tenían razón.

Es curioso.
Con lo cabezota que soy yo, y las ganas de rendirme que tengo ahora mismo. Ya sabes... de tirar la toalla, de irme lejos de aquí, de esta atmósfera que me asfixia, de este mundo que no tiene espacio para alguien como yo. 
Y tú me dirás "no hagas un mundo de esto". Ya, pero ¿y qué pasa si tú eres mi mundo? Si cuando te veo, las mariposas que viven en mi estómago desde hace un tiempo, amenazan con salir trepando por mi garganta, destrozándome por dentro.
Y entonces me entran ganas de mandarlo todo a la mierda, porque al parecer, soy como un imán para los problemas, para las decepciones, para el dolor y el miedo. Y es que a estas alturas, a penas sé cómo me llamo, qué hago aquí, supongo que cuando tu mundo gira entorno a una persona que se quiere largar de él, las paredes de ese mundo se desmoronan, dejando los escombros por ahí abajo, donde están ahora los restos de tu corazón.

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Dulce locura.

Dulce locura.